Manuel López Hueso

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EL CERRO DESCONOCIDO 

Artículo publicado en Tu Periódico Soy el 29 de febrero de 2024.



El cerro desconocido 

Hace años que me viene a la imaginación como se vivía antiguamente, mucho antes incluso que los romanos se asentarán en estas tierras. El cómo cazaban, como se vestían o como interactúan entre ellos me ha causado desde una temprana edad, motivo de admiración. Y es que no hay que irse muy lejos de donde vivimos para saber un poco más sobre nuestros abuelos. La maquina del tiempo en forma de tell protohistórico (que según la R.A.E. nos viene a decir que es una “ Colina artificial formada por la superposición de ruinas de edificaciones en diferentes época”, más concretamente desde la prehistoria a lo que se considera historia con la aparición de la escritura). Debido a su importancia arqueológica, el ayuntamiento de la Rinconada instó a las autoridades competentes la declaración como Bien de Interés Cultural, o lo que es lo mismo B.I.C., pero por desgracia, lejos de arqueólogos, historiadores o ayuntamiento, es un terreno desconocido por muchos, entre ellos vecinos que conviven con esa parte de la historia de forma diaria. No son pocos los vehículos que bordean la carretera y seguramente ninguno de los ocupantes reparan en lo que dejan a su izquierda nada más entrar al municipio de San José de la Rinconada. Yo reconozco que cada vez que paso por allí me quedo mirando esa colina como quien mira un helado en verano, con las mismas ganas de conocerlo más. Para muchos es conocido como el Cerro Macareno, aunque desconozcan su historia, para otros una colina más de tantas que hay en la zona. Creo que para ser conocido debe primero de existir unas condiciones, como la publicidad. Actualmente es poca, o muy poca, la publicidad de un entorno tan importante. Es cierto que desde el ayuntamiento organizan una serie de visitas al enclave, guiadas con esmero, pero que se quedan en diez o quince vecinos de la zona. La última noticia que leí al respecto del tell es que descubrieron una serie de edificaciones, que bien pudieron ser viviendas, de la época del Bronce final, que los expertos afirman que pudieron ser los asentamientos urbanos de la mismísima civilización tartésica. Si es tan importante,¿ como es tan poca gente lo conoce?. La respuesta la encontramos en ese sello de Bien de Interés Cultural. Con la declaración B.I.C el asentamiento estaría más protegido de actos vandálicos, expolios (en el museo arqueológico de Sevilla se puede ver entre otras piezas la tableta de barro cocido con muecas que siguen intrigando a expertos). Espero que no pasen muchos años en los que siendo ya un lugar protegido por ley y delimitado sea visitado por multitud de personas que quieran viajan en el tiempo y dejarse seducir por esa colina, que a vistas del vecino es desconocida, pero a ojos de expertos es tan importante.

LOS APÁTRIDAS OLVIDADOS

Artículo publicado en Tu Periódico Soy el 4 de marzo de 2024.



Los apátridas olvidados 


Imagina por un momento que la seguridad en la que vivimos se convierte en caos de la noche a la mañana y tienes que abandonar tu hogar, familia, amigos, trabajo, ósea tu vida, tú identidad.

Pues eso es lo que tuvieron que vivir, y actualmente viven miles de personas por desgracia en el mundo, los españoles en 1936 en plena Guerra Civil española.

Muchos vagaron por el mundo en condiciones atroces, bien en campos de trabajo en las colonias africanas de la Francia de Vichy, marioneta de la Alemania nazi tras el armisticio firmado entre ellos, donde a fuerza de golpizas cerca de 2000 personas, pertenecientes a la Segunda República Española que se estaba desmoronando por cachitos junto con divisionarios de las Brigadas Internacionales, construyeron bajo el sol africano las vías en pleno desierto del famoso tren Transahariano.

Otros tantos españoles, exiliados en la Francia Libre vieron como esta cayó en las manos alemanas rápidamente. Mención especial a aquellos combatientes de la Nueve, compañía casi integra de españoles que fueron los primeros en liberar París de la ocupación nazi bajo bandera Francesa, e incluso combatieron en el famoso Nido del Águila donde se escondía un perdido y desorientado Hitler al finalizar la Segunda Guerra Mundial, aunque hay quienes sostienen hoy en día que el que se suicidó no era el dictador austriaco sino uno de sus tantos dobles.

Otros 10000 españoles dieron con sus huesos en campos de concentración nazis, como el de Mauthausen – Gusen, donde el fotógrafo catalán Francisco Boix pudo guardar con celo miles de negativos de fotografías las cuales reflejaban la crueldad nazi. Los mismos republicanos españoles recluidos fueron los que liberaron el campo ante el avance aliado y la huida de los pocos alemanes que quedaban. Así, cuando el ejército norteamericano entró en el campo para liberarlo de forma oficial, solo ondeaban banderas republicanas.

Todos esos españoles de la Republica exiliados tenían algo en común, eran apátridas. Su nación ya no existía, al menos para el resto del mundo.

Los que osaron en quedarse en suelo español no pasaron mejores condiciones, los hay que se ocultaron años, algunos en montañas combatiendo. Otros fueron hechos presos y muchísimos fueron llevados a campos de concentración del recién instaurado régimen franquista. Y es que cuando leemos la palabra campo de concentración se nos viene a la mente los lugares de trabajo o exterminio nazi, o ruso.

Desperdigados por toda la geografía española, se abría una red de campos de concentración repartidos entre más de trescientos emplazamientos.

La vida en uno de esos campos era dura, con los famosos Cabos de Vara, similares a los Kapos en los campos nazis. Españoles violentos presos como los demás que tenían ciertos privilegios a cambio de mantener el orden dentro del campo a través de palizas y torturas... El hermano golpeando al hermano se puede decir.

Y es que esos infelices no se le aplicó jamás el Convenio de Ginebra de 1929 relativo a los prisioneros de guerra, al no reconocer los sublevados tal condición.

Diez eran los campos de concentración que el régimen tenía instalados en Sevilla, dos en Dos Hermanas, uno en Écija, La Algaba, Guillena, Sanlúcar la Mayor, Utrera, Heliópolis (en Sevilla capital), Los Palacios y La Rinconada. En el actual Colegio Público Guadalquivir tenía lugar el famoso cementerio viejo del pueblo, donde eran enterrados muchos de los que morían en condiciones tediosas en el Campo de concentración de la Rinconada , ubicado en donde hoy están los restos de la azucarera, donde cerca de 2000 mil reclusos pasaron su “condena”.

Condenados por el hecho de pensar diferente, por creer diferente. Hoy, donde niños y maestros comparten jornada educativa era antes el camposanto municipal. En ningún lado encontré a donde fueron a parar los restos de esos presos.

No por casualidad, el ayuntamiento de la Rinconada rendirá un merecido homenaje a quienes dieron su vida por libertad, y es que , aunque en ningún libro de historia lo contemple como tal, pienso con firmeza absoluta que la Segunda Guerra Mundial no empezó oficialmente con la guerra relámpago con ocupación alemana a una sorprendida Polonia, sino en el suelo donde todos pisamos.

Todos, presos en Francia, en España, combatientes de la Novena compañía francesa tenían un sueño, que una vez ganada la Guerra Mundial echarían a los sublevados de España.

Desde aquí, mis humildes líneas, espero sean leídas como un claro homenaje a esos que no teniendo país legal, soñaban con la idea de libertad.

LA ANSIADA FELICIDAD 

Artículo de opinión publicado en Tu Periódico Soy el 11 de marzo de 2024



La ansiada felicidad

En uno de mis habituales paseos matutinos, me llamó la atención el eslogan de un conocido gimnasio en la capital, “La felicidad también se entrena”. Me quedé mirandolo un rato y pensando en lo que ha luchado el ser humano en su búsqueda incansable por conseguirlo. 

Desde que nos levantamos hasta que cerramos los ojos en la cama para dormirnos estamos buscando en los recovecos de nuestra alma un instante de paz interior que nos regale momentos de felicidad.

Desde bien antiguo, nos tenemos que remontar a la Grecia Clásica cuando las polis competían entre sí por la hegemonía, apareció lo que hoy conocemos como filosofía, que no es otra cosa que amor a la sabiduría en lengua griega. Mientras que los espartanos se ofuscaban en darse de mandobles con el enemigo, los atenienses estaban más entretenidos buscando la felicidad. Aunque siendo objetivos, quizás los de Esparta encontraba la felicidad en esa forma de vida militar. Y es que lo que para uno es felicidad, para otros puede ser sufrimiento. Así, si por ejemplo, yo encuentro la felicidad en estar tirado en el sofá un día de descanso tras una semana estresante de trabajo escuchando música clásica , para otros la felicidad radica en salir de fiesta, senderismo o algún viaje estresante por sitios alejados. 

Aunque, siendo honestos, hay que decir que la filosofía como tal nació en Mileto años atrás, no fue hasta más adelante donde adquirió gran protagonismo entre la élite cívica.

Rápidamente empezaron a proliferar por la zona una serie de escuelas, gimnasios de la mente se podría decir, en el estudio de la sabiduría. Así por ejemplo la escuela hedonista afirmaba que la felicidad viene en la búsqueda del placer y los estoicos en la autodiciplina, y el control de las emociones. Esta última hoy en día es seguida por multitud de personas que tiene como meta llegar a la eudaimonia (que algunos autores traducen como felicidad). Para alcanzarla tenian como una de sus metas llegar a la “ataraxia” o paz y serenidad interior usando como herramientas el areté, sabiduría, coraje, templanza o justicia, que luego los cristianos lo cogieron prestadas para sus virtudes cardinales. El cristianismo también puso al servicio de la filosofía una serie de religiosos, entre los que destaca su fundador, Clemente de Alejandría, cuyo fin era la de llevar a la razón al mitos, lo que curiosamente hizo lo contrario que defendía Tales de Mileto.

El estoicimo es una corriente filosófica utilizada durante años, que tenía entre sus eruditos a esclavos, como Epicteto, hasta a emperadores como Marco Aurelio, sin olvidar el acercamiento de Adriano, que hasta puso de moda el uso de la barba filosófica.

Hoy en día, nos prometen la felicidad si votamos a tal o cuál partido, verdes, rojos, azules, morados. Ese parchis político nos afirman que con ellos se llega al Estado del bienestar, donde nos aseguran que estaremos protegidos tanto económicamente como socialmente, aunque yo desde hace años lo veo más como un deber de la clase política que como un mero derecho. Porque derecho y deber no es lo mismo, y a la constitución española me refiero cuando nos dicen, en el artículo 47, que tenemos derecho a una vivienda digna, cuando la realidad es que las entidades bancarias han echado a la calle a miles de ciudadanos que, ahogados por cláusulas abusivas, no han podido hacer frente a lo que se le venía encima. Curiosa forma de dar felicidad a los ciudadanos cuando se rescató a una banca que seguía cosechando inmuebles para sí. Afortunadamente la ley hipotecaria cambió un poco en ese aspecto. Y, como todo buen juego del parchís, aquí la meta es el comerse al adversario y contarse 20, o llegar a la cima y contarse 10. Lástima que a veces, a quien nos comen son a los que nos levantamos a las cinco de la mañana para llevar el pan a nuestros hogares, pero ese es otro cantar. 

Volviendo al eslogan en sí recuerda a otro que ya acuñaria el poeta romano Décimo Juno Juvenal en sus Sátiras allá por el siglo II. El mens sana in corpore sano, que según a mí juicio es malinterpretado a día de hoy, ya que creo que el poeta iba más por el equilibrio tanto interno como externo del individuo que todas las campañas de marketing que hoy se visualizan de diversas formas. Coincido con la idea que la felicidad, de no buscarse de por si, ya que es algo que todos tenemos si sabemos valorar las cosas que tenemos, la debemos de entrenar día a día, pero para ello tenemos que trabajar otro aforismo, está vez griego que daba la bienvenida a los devotos de Apolo en Delfos en su día 

“Conócete a ti mismo”, cita que el mismo Juvenal también utlizaria en sus escritos afirmando que dicho conocimiento solo viene del cielo.

Sea como fuese, lo cierto y verdad es que aun me quedan muchos paseos matutinos para darme cuenta que la felicidad como tal no viene de mí sino de fuera, donde se puede encontrar belleza en las cosas más ordinarias que podamos observar.

Me queda aún, como digo, mucho que conocerme aún.


PARAGUAS CONTRA MISILES

Artículo de opinión publicado en Tu Periódico Soy el 18 de marzo de 2024.



Paraguas contra misiles 

Uso como regla escribir los artículos con más de una semana de antelación, de hecho ya tenía casi acabada la columna que iba a ir en lugar de esta, pero una noticia me llamó la atención. Pedro Sánchez se compromete que España reconozca el Estado Palestino.

Una buena noticia, sobre todo para el pueblo Palestino. Y, ¿que es eso del pueblo Palestino?. Bien, toca resumir un poco todo.

Ponerse cómodos, que igual me voy por la tangente.

Ya en la Biblia, se nos habla de Palestina como la tierra de los filisteos. Recibió varios nombres, Canaan, Israel... hasta que el emperador romano Adriano mandase legiones para sofocar la revuelta comandada por Simón Bar Kojba.

En tiempos de las cruzadas tomó gran protagonismo al ser parte del Reino de Jerusalén. Conseguir esa plaza era vital para moros y cristianos. Más tarde, llegarían los turcos y conquistarian la zona incluyéndola en la Siria Otomana durante al menos cuatro siglos hasta la Primera Guerra Mundial. En 1916 Gran Bretaña se asentaría en los dominios conquistandolos para, una vez acabada la guerra en 1918, partir el territorio turco y crear así una especia de protectorado en Palestina. La sociedad de naciones dió el mando a los ingleses.

Los judíos desde siempre habían adquirido poder, sobre todo económico. Para acercarse a estos, los británicos tuvieron que hacerle un poco la pelota, así pues, el 2 de noviembre de 1917, los ingleses declararon que el pueblo judío debería tener un lugar para si en esos territorios. Es lo que se conoce en la historia como la declaración Balfour, ya que fue firmada por el primer ministro inglés Arthur James Balfour. El político británico fue listo. En vez de usar la expresión Estado puso en la declaración la frase “Hogar Nacional”. Para existir un Estado como tal debe de haber mayoría judía en la zona, cosa que de momento era difícil. Los británicos negaron la palabra estado por décadas, pero su fin estaba claro, contentar a los grandes magnates judios.

Después vendría la Segunda Guerra Mundial. Al finalizar esta, la recién creada Organización de Naciones Unidas, que precedió a la Sociedad de Naciones, acordó en 1948 el dividir la zona, que había sido abandonada por los ingleses ya al no serle de interés, en dos, una para los judios y otras para los árabes.

En principio seguían un principio de concordancia justa para ambos. A partir de aquí ya no era políticamente correcto utilizar la expresión judío o hebreo, sino israelíes.

Aquí llegó el primer problema, ya que el pueblo Palestino veía como su país era dividido en dos.

El segundo problema fue cuando en mayo de 1948 Israel declaró su independencia. Ese mismo año, tuvo lugar la primera de las guerras entre árabes e israelíes que acabó con más territorio para los judios y con la Franja de Gaza controlada por los egipcios.

Sea el pueblo elegido o no por Dios, lo cierto y verdad es que le gustaban combatir por el territorio.

Así, en 1967, y con la excusa que era de forma preventiva, tuvo lugar la guerra de los seis días, donde Israel atacó Egipto, Siria y Jordania. El resultado de la contienda es que Israel se amplió más tomando Cisjordania y la Franja de Gaza. Una vez más se ampliaba el territorio dado a los semitas. La comunidad internacional miraba a otro lado. Los pobres que habían sufrido el holocausto no merecían ser reprendidos, pensaban.

Los egipcios no pudieron hacer nada, salvo firmar en 1978 la paz con los judíos en los Acuerdos de Camp Davis. Si, los americanos ya estaban en el ajo desde el principio. Uno de los puntos de esos acuerdos era, además de asegurar la soberanía de Israel, el restringir a los palestinos el acceso al espacio económico y político de los judíos, lo que dio lugar a la famosa guerra de las piedras o primera intifada, donde el pueblo Palestino luchaba contra esa resolución, ya que en ningún momento fue preguntado. Ya sabéis que hubo hasta tres intifadas, y todas los israelíes se “defendían” de esas piedras con balas.

Y llegamos hasta nuestros días, aunque hay que decir que Israel ya había bombardeado años atrás territorios civiles, entre ello hospitales como por ejemplo en 2014, y ahora, siendo denunciados por la misma O.M.S al asegurar la institución sanitaria que Israel ha bombardeado hasta con las de 250 ataques a hospitales, ambulancias o clínicas en Gaza o Cisjordania, y si, otra vez la comunidad internacional mira hacia otro lado.

Hace unos meses, veíamos atónitos como un grupo de militares armados de Hamás invadían suelo israelí, mataban a cientos y secuestraban a un millar de ciudadanos hebreos. Y yo, desde casa me tengo que creer que una potencia como Israel, con apoyo americano y europeo no haya visto como se adentraban en su territorio hasta que ya era tarde.

El resto lo conocéis, Israel rápidamente y con la justificación de liberar a los rehenes, aunque hay algo de venganza también, invade la franja de Gaza sitiándola de todo suministro.

Mientras estamos en nuestro sofá los gazaties no tienen, en el mejor de los casos, una sola comida al día.. niños, mujeres, ancianos, hombres están siendo masacrados de hambre en ese sitio. La imagen de niños famélicos inundan los noticieros del mundo, pero el mismo mundo sigue mirando a otro lado. No les interesa. Si en las intifadas se defendían con piedras y palos ante fusiles y carros de combate, hoy solo pueden abrir el paraguas para resguardarse de la lluvia de misiles que no paran de caerles en sus cabezas. Pienso en el cuadro que Picasso expuso en su día en la Exposición Internacional de Paris en 1937 para denunciar el bombardeo de la aviación fascista ante ciudadanos españoles y no paro de imaginarme que estarán sufriendo esos padres en Gaza.


Volviendo a la introducción del artículo, me alegro que los países dejen de mirar a otro lado y se involucren. Si no se aunan esfuerzos por la paz siendo justos y ecuánimes, este problema seguirá existiendo durante años.

OLOR A INCIENSO 

Artículo de opinión publicado en Tu Periódico Soy el 25 de marzo de 2024



Olor a incienso.

Andando con el gentío propio de una ciudad como Sevilla, mientras sorteo una familia con un carrito de bebé, que me miran como si me conocieran de algo, me tropiezo, casi por casualidad, con una pequeña tienda donde venden incienso de todo tipo y colores.

Los hay desde el típico “Cofrade”, hasta de alguna hermandad en concreto, o indú.

La pequeña tienda está abarrotada de gente. Me abro paso hasta la encimera que, sirviendo de mostrador al público, tiene puesto por toda la mesa incensarios y una variedad variopinta de esa resina aromática cuyo olor inunda toda la calle.

Por uno de esos incensarios, que recrea fielmente una de las chimeneas de la cartuja sevillana, que antaño sería el Monasterio de Santa María de las Nieves donde se alojaría un desconocido Cristóbal Colón en su día, sale un hilo blanquecino con olor a canela mezclado con tomillo o alguna especia similar que me transporta de lleno a la semana más grande que tienen los sevillanos, con permiso de la feria de abril.

Sea producto del “colocón” del incienso o no, mi mente abandona por unos instantes ese humilde comercio y me traslada de lleno a la semana grande de un cofrade. Comentar que, los que me conocen saben que yo de Cofrade tengo lo mismo que de ingeniero agrónomo, pero no deja de, culturalmente hablando y espiritualmente, parecerme una semana donde los sentimientos afloran los sentidos.

Estoy de acuerdo en quienes afirman que en ese mundo existe un postureo sevillano, donde ellos, con traje de chaqueta que solo se ponen para la boda de su compadre que lucen a juego con unas patillas largas, o ellas, peinetas en una cabellera arreglada con laca, el jueves Santo, lucen palmito por las callejuelas buscando algún templo donde ponerse, previo “donativo” el alfiler en la solapa de la chaqueta. Sin olvidar cuando una hermandad recorre las calles y la multitud no cesa de hablar, fumar, comer pipas o incluso pelearse.

Aún así hay otro sentimiento detrás que va intrínseco con el mundo cofrade. Para alguien que no conoce nada, o casi nada de las hermandades, es normal pensar que solo se reúnen el día en que su hermandad hace estación de penitencia, y no es así. La vida en hermandad es algo más que el salir un solo día. Reuniones, formación y caridad proliferan en cada una de las hermandades de la ciudad y pueblos.

Para ser francos, debo primero ser sincero. Estoy escribiendo este artículo semana y media antes que lo leáis. A estas horas ya habrán salido las hermandades del domingo de ramos, que si el tiempo da una tregua, habrá reunido a miles de sevillanos, y personas de fuera, bajo un sol abrasador mientras habéis esperado horas a la llegada de los ciriales. Muchos habrán hecho fotos, otros habrán guardado en sus retinas ese instante. Hay quienes dicen que para qué hacer fotos si es la misma talla que la del año pasado, y aquí discrepo. La talla, quitando elementos artísticos, la observas de una forma u otra distinta, según como estés en ese momento. Y es que un año y otro no son tan solo 365 días de diferencia, sino todo un estado físico­emocional.

Volviendo a esta semana que estareis viviendo, tambien habrá quienes le dé igual las hermandades y el sonido de personas bajo su portal, o el no poder aparcar en tu trabajo y hogar que dará lugar a motivos de discordias. Y es que nunca llueve a gustos de todo. Imagino que los que vivan en los alrededores del descampado donde todos los años ponen la Feria también estarán pensando lo mismo.

Supongo también, que a la hora de la publicación de este artículo habréis vestido a vuestro hijo con ropa nueva y zapatos blancos, que les hacen una rozaduras mortales, para que vean la hermandad de los niños, más conocida como la Borriquita, que abre la semana. Nos solemos poner nuestras mejores galas, a veces de estreno, sin pensar en que a Jesús eso le hubiera dado igual. De hecho pienso que hasta las mismas hermandades le hubiera dado igual. ¿De que sirve llenar las calles de Sevilla cuando luego las parroquias están vacías de lunes a domingos?.

Muchas veces me he preguntado en sí las personas que se agolpan ante la llegada de una hermandad sabe algo, o ha leído algo sobre las escrituras que reflejan la vida de aquel Galileo que están viendo representado de la mano de maestros imagineros.

Cuando empezaron a salir a la calle las primeras tallas tenía más un fin evangelizador que lo que hoy tiene.

Daros cuenta que antes del Concilio Vaticano II las misas eran tridentinas, en latín y de espalda al pópulo. La gente asistía a las eucaristías más por tradición que por entendimiento. Hubo incluso años en esta querida España donde era de obligación más bien, no vaya a ser que fulano, el de la panadería, les diera el “chivatazo”.

El fin era claro, el recrear la pasión y muerte de Jesús de Nazaret. Hoy, siendo la misma tónica, existe rivalidad entre una determinada virgen y otra, o entre un Cristo u otro, como si hubieran existido más de un Jesús de Nazaret, o más de una María. Como digo, para el no entendido, y creedme que yo estoy en ese grupo, todo lo que he expuesto es el pensamiento general.

Pero como afirmo, el mundo cofrade tiene más de caridad que de postureo. Desde bolsas de caridad, hasta pasando por letrados que, de forma altruista, ayudan a ex-convictos a arreglar sus papeles después de un tiempo en la sombra. Y es que, no es oro todo lo que reluce.


Un mareo en mi interior me hace abandonar la semana grande, donde el azahar se une con la cera pegada en las aceras, con ese bello ruido del roce de las zapatillas de esparto de costaleros que hacen “caminar” a la hermandad que, acompañada de nazarenos de todos los colores, avanzan con solemnidad sobre un sol achicharrante donde esperan cientos, o miles tal vez, de personas de todas las nacionalidades, que entonan todos la música del murmullo con el sonido del mascar de pipas de girasol, la llegada de esa talla que llena tantos corazones.

El rostro de alguna virgen, o Jesús, bellamente acabada por las manos maestras de genios, en algunos casos, del barroco, que mira con extremada dulzura al afligido que lo observa como quien mira a un padre, tal vez con la esperanza que la suerte le sea cambiada, o que tal enfermedad, tanto propia como ajena de un ser querido, desaparezca, o como mera obra de arte expuesta en el museo más grande que existe, la calle. Ya estoy de nuevo en la tienda, pálido como una pared andaluza, viendo como el suave hilillo de humo sale por el recipiente.

Curiosa droga esa la del incienso.

LOS DESASTRES DE LA GUERRA

Artículo de opinión publicado en Tu Periódico Soy el 1 de abril de 2024.



Los desastres de la guerra.

La oscuridad inundaba todo alrededor. El olor a sangre era ocultado con el de la pólvora. Hasta donde le alcanza la vista sólo puede ver cadáveres amontonados, de civiles sobre todo y de algún que otro militar español. A su izquierda el humo de un incendio de un establo le hace tapase la nariz con su pañuelo de seda rojo regalo de la duquesa de Alba, grande de España. Las malas lenguas dicen que entre ellos hubo algo más que trabajo.

Camina por los restos de una ciudad que está luchando contra el invasor, pagando cara su osadía. Los ciudadanos no pueden hacer frente a todo un ejército, y menos con su rey “cautivo” por el dirigente galo, aunque hay noticias que está ya liberado. Esa noticia motiva a los ciudadanos que esperan a su Rey. Luego la historia pondría en su sitio al Felón.

Su condición de afrancesado le ayuda a que las tropas enemigas no reparen en él.

Se detiene ante un niño que llora junto al cadáver mutilado de su padre. La cara del pequeño le conmueve tanto que todas esas ideas de la Revolución de Francia años atrás se quedan en nada. ¿Que es la libertad si el daño por conseguirla es aún mayor?.

Y es que su sordera no le impide escuchar tanto sufrimiento.

Ese escenario de horror inspira al pintor a recrear, como si de un fotógrafo de guerra moderno se tratase, todo lo que sus ojos están viendo. Los grabados de esos desastres de la guerra, que junto a sus dos cuadros sobre lo sucedido, ayuda para que el mundo sepa lo que allí se está cometiendo.

Esta introducción de lo posiblemente vivido por el genial pintor Francisco José de Goya y Lucientes es lo que seguramente vean miles de fotoperiodistas de guerra, con nombres tan propios como Robert Capa, que no entraré en valorar si realmente existió o no como afirman, con sus fotografías de aquel miliciano republicano que es alcanzado en Cerro Muriano, Córdoba, por las tropas sublevadas, o instantáneas del Desembarco de Normandía, o Nick Ut y su icónica instantánea de esos niños vietnamitas encuadrando a la pequeña niña desnuda con su espalda abrasada por el napalm, entre otros tantos profesionales de la cámara.

Pero este artículo no trata sobre el periodismo de guerra en sí, sino sobre las vivencias que pueden dejar marcadas en una vida. El mismo Francisco Goya tuvo un antes y un después en sus pinturas, aunque es cierto que su época negra vendrían en los años posteriores, soy de los que piensan que mucho tuvo que ver lo vivido aquellos días, lo que aumentaban sus dolores de cabeza que ya padecía años atrás.

Y como vivencias, no puedo dejar de mencionar la de aquella niña alemana que tuvo que emigrar a Países Bajos ante el aumento de unos descerebrados que se vestían con ropas pseudo militares confeccionadas por el militante del partido nazi número 508 889, que más tarde la historia de la moda conocería como Hugo Boss.

Y es que esa pequeña tuvo que esconderse, junto a su familia y cuatro personas más en un pequeño escondite. La niña solo escribía para paliar su

sufrimiento aunque no entendía el origen de tanta maldad. Así pues, dejó recogida multitud de citas, como “A pesar de todo, todavía creo en la bondad innata de las personas”. La pequeña fallecería en el campo de exterminio alemán Bergen – Belsen, después de una etapa en el de Auschwitz.

El único superviviente de esas ocho personas que se escondían fue su padre, Otto Frank que al poco de finalizar la Segunda Guerra Mundial publicaría el diario titulado en un principio como “La casa de atrás”, para después llamarse “Diario de Ana Frank”. Desde aquí recomiendo su lectura a todo aquel que sienta como en nuestra vida acomodada necesita más para prosperar.

Os preguntaréis el porqué todo esto de las vivencias. Lo vivido puede marcarnos para siempre para bien o para mal.

Se me viene a la mente,ese muchacho de unos 19 años recién cumplidos que esperaba en el aeropuerto militar de Morón para coger un viejo avión de transporte de tropas que tenía escala en Mallorca para terminar el vuelo en Skopje, Macedonia.

Su misión era la de pertenecer a las tropas Kfor que tenía la OTAN en Kosovo. El mantenimiento de paz entre dos etnias, la Albanesa y la Serbia.

Al principio no fue bien, ese jovenzuelo se creía el mismísimo Rambo. Venía de una vida acomodada, donde poco o nada le había faltado.

Corría el año 2003, cuatro años después de haber acabado la guerra. Por las calles, edificios destrozados, carreteras con impacto de misiles...

Quizás, lo que más le llamó la atención era la multitud de chicas, de su edad, guapísimas, pero todas con una marca en común. Todas presentaban una cicatriz como de piel quemada en su cuello.

Más tarde, el joven soldado, se enteró que esa marca era producida por un cuchillo incandescente sobre la piel desnuda de una mujer que acababa de ser violada en repetidas ocasiones por soldados borrachos serbios y para dejar la marca de la vejación sin precedentes, les marcaban el cuello con el metal al rojo vivo una vez finalizada su ansias de saciar el apetito sexual como si de bestias se tratasen.

Para quienes hayan llegado hasta aquí leyendo estás líneas, os habréis dado cuenta que ese soldado no era otro de quien escribe....

Esas vivencias me marcaron más que ese cuchillo en esas jóvenes albanesas. Fue un antes y un después en todos mis actos, creencias y forma de ver la vida.

No hay que ser Goya y dejarnos invadir por la oscuridad para cambiar al menos el mundo. El Mundo cambia desde lo interno de cada persona, de tí y de mí depende el ver la luz donde hay oscuridad, tal como describía esa pequeña judía en su Diario.

Soy de los ilusos que piensan en esa máxima de que dos no se pelean si uno no quiere. Que las guerras sean dialécticas más que con jóvenes soldados, que como yo en su día, obedecen órdenes sin fundamentos, venidas desde un despacho calentito mientras la tropa se desangra en el campo de batalla. Todo por una foto de los vencedores, como aquella donde Churchill, Roosevelt y Stalin posan sorriendo mientras millones de vidas se había apagado para siempre.

Dos imágenes distintas, los desastres de la guerra, o la de los políticos que nada hicieron por frenar tanto caos.

Manuel López Hueso
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